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Humanización en el tratamiento residencial de los TCA

Cuidar el tratamiento es tratar a la persona, no solo al trastorno

En los últimos años, la salud mental se ha convertido en un tema cada vez más hablado y discutido. Se le está dando una mayor importancia y poco a poco se está normalizando hablar de ello y admitir que la salud mental forma parte de nuestra vida como tantos otros ámbitos.

Esta creciente conciencia sobre la salud mental ha generado la necesidad de transformar y mejorar la manera en que se atiende a las personas que atraviesan cualquier tipo de dificultad o trastorno emocional. Uno de los aspectos más relevantes en este cambio es la humanización del tratamiento hospitalario en salud mental.

En este sentido, las representaciones en películas y medios de comunicación han contribuido en muchos casos a construir estigmas, mostrando a los pacientes como peligrosos o despersonalizados, y a los hospitales como lugares fríos o punitivos. Estas imágenes distorsionadas dificultan una comprensión real y empática de los trastornos mentales.

Humanizar implica reconocer al paciente no solo como un conjunto de síntomas, sino como una persona integral: con historia, emociones, derechos, capacidades y dificultades. Hoy queremos hablar sobre la importancia de aplicar este enfoque, especialmente en el contexto del tratamiento hospitalario, donde las personas se encuentran en momentos especialmente vulnerables.

¿Por qué hablar de humanización en salud mental?

El sistema sanitario, históricamente, ha trabajado centrado en lo físico y con frecuencia ha dejado la atención emocional en segundo plano. En el caso de los trastornos alimentarios, esta desatención puede resultar especialmente perjudicial, ya que se trata de trastornos en los que la parte física es una parte muy importante del tratamiento, pero lo emocional, lo cognitivo y lo relacional son igualmente fundamentales.

Una persona que sufre un trastorno de la alimentación no solo necesita equilibrar su peso corporal o regular la ingesta de alimentos, sino también comprender y trabajar los factores psicológicos que subyacen y que le han llevado al trastorno. Así como también, abordar las causas que sostienen el malestar y las consecuencias: la distorsión de la imagen corporal, dificultades en las relaciones interpersonales, el control, la autoexigencia o incluso la historia familiar.

Este tipo de abordaje requiere algo más que un protocolo médico: exige escucha, empatía y una mirada humana. Pero, sobre todo, requiere tiempo y dedicación a cada persona.

¿Qué significa humanizar el tratamiento hospitalario?

Humanizar el tratamiento hospitalario significa que la atención está centrada en cada persona. Esto supone cambiar preguntas como “¿cuánto peso ha ganado esta semana?”, por “¿cómo se ha sentido estos días?”. Es una transformación que impacta no solo en el lenguaje que utilizamos, sino también en las prácticas clínicas, las relaciones entre profesionales y pacientes, y los entornos en los que se desarrollan los tratamientos. Humanizar el tratamiento hospitalario se debe concretar en aspectos pequeños pero fundamentales.

Principios clave de la humanización:

Trato respetuoso y empático, donde se fomente una relación de igual a igual entre profesional y paciente.

Participación activa del paciente en las decisiones sobre su tratamiento.

Entornos hospitalarios amigables y no rígidos que favorezcan la contención emocional y seguridad sin recurrir a medidas excesivamente controladoras o punitivas.

Entornos hospitalarios amigables y no rígidos que favorezcan la contención emocional y seguridad sin recurrir a medidas excesivamente controladoras o punitivas.

Presencia activa de la familia o red de apoyo, promoviendo su implicación como parte del proceso terapéutico.

Comunicación clara, comprensiva y bidireccional, que facilite la expresión de emociones, dudas y necesidades sin temor a juicios o consecuencias negativas.

Mirada integral en la que se reconozca a la persona en todas sus dimensiones, más allá del diagnóstico clínico.

Los trastornos alimentarios desde un enfoque humanizado.

Uno de los retos más grandes en salud mental es el tratamiento hospitalario de los Trastornos de la conducta alimentaria TCA, trastornos caracterizados por una restricción extrema en la alimentación, vómito autoinducido, alteración de la imagen corporal, intensa ansiedad frente a la ganancia de peso y comportamiento dirigido a controloralo…

Muchas personas que desarrollan un Trastorno de la conducta alimentaria TCA han pasado por múltiples hospitalizaciones sin lograr una recuperación sostenida. Esto se debe, en parte, a que los tratamientos tradicionales se han centrado únicamente en aumentar la cantidad de alimentos ingeridos hasta llegar al peso saludable o en frenar los atracones, sin atender el componente emocional y psicológico que subyace dichas conductas.

Un enfoque humanizado, en cambio, promueve la participación del paciente en su propio proceso terapéutico. Esto implica trabajar no solo sobre los síntomas o las conductas, sino también sobre los pensamientos distorsionados, desde una relación basada en la escucha activa, el respeto y la ausencia de juicios. Acompañar de manera humana significa validar su malestar emocional, atender sus necesidades reales y adaptar el tratamiento para que la calidad de vida durante el ingreso sea adecuada.

Etapas de un ingreso hospitalario humanizado

1. Acogida inicial

El ingreso suele ser un momento de mucha angustia tanto para red de apoyo como para la persona que ingresa. Es crucial ofrecer una acogida cálida donde se expliquen con claridad los pasos a seguir y el funcionamiento del ingreso, escuchando dudas y miedos.

2. Intervención clínica profesional

La intervención debe ser interdisciplinar, por lo que psicólogos, médicos, nutricionistas, terapeutas ocupacionales… trabajan de manera coordinada, adaptándose al ritmo del paciente, considerando sus emociones, resistencias y capacidades, no solo la sintomatología.

3. Acompañamiento emocional

El tratamiento debe ser integral. Es decir, no solo abordar la recuperación nutricional ni la modificación de conductas, sino también ofrecer contención, validación y manejo de las emociones.

4. Inclusión de la familia

Las personas que sufren un Trastorno de la conducta alimentaria TCA a menudo se han aislado de sus familiares y amigos. Incluir a su red de apoyo en el proceso, mejora la adherencia al tratamiento y reduce las recaídas.

5. Preparar el alta y planificar el seguimiento

Para sostener la recuperación es clave preparar el alta de forma que la persona se exponga de forma progresiva a la vida cotidiana. Es importante asegurar que se mantenga la continuidad del vínculo terapéutico durante estas últimas fases del tratamiento.

El papel de los profesionales de salud mental

Los profesionales que atienden a pacientes con trastornos alimentarios tienen un rol central en la humanización. No basta con conocer los manuales diagnósticos; es fundamental desarrollar habilidades de comunicación, manejo emocional y vínculo terapéutico.

Capacitarse en enfoques centrados en la persona, permite que el profesional no solo actúe como un técnico, sino también como un referente emocional y personal.

Entornos que sanan: la importancia del espacio físico

La humanización hospitalaria también se manifiesta en los espacios. Un entorno cálido, con luz natural, colores suaves y acceso a actividades recreativas, puede marcar una gran diferencia en el estado emocional del paciente.

Además, brindar oportunidades para la expresión artística, el movimiento o el contacto con la naturaleza mejora el estado de ánimo y fortalece el sentido de pertenencia.

Cambiar el lenguaje, cambiar la mirada

El lenguaje moldea nuestras percepciones. Por eso, es importante evitar frases culpabilizadoras como “tienes que comer” o “si no subes de peso, no puedes salir”, y sustituirlas por expresiones que generen diálogo, como “¿cómo te sentiste hoy al comer?” o “¿qué te ayudaría a sentirte más segura?”.

Tip práctico: cómo apoyar desde una mirada humanizada

Si estás acompañando a alguien con un trastorno alimentario, evita centrarte solo en la sintomatología, en la alimentación o en el peso. Mejor, pregúntale cómo se siente emocionalmente.

Este ejemplo puede abrir la puerta a una conversación, fortalecer el vínculo y ayudar mucho a la otra persona:

“He notado que últimamente estás más callada. ¿Quieres que hablemos de cómo te estás sintiendo?”

“Veo que te están costando las comida, pero más allá de esto, me gustaría entender qué está pasando dentro tuyo. ¿Qué te está doliendo estos días?”

Conclusión: hacia una salud mental más humana

La humanización de la salud mental y del tratamiento hospitalario es una necesidad. Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia o la bulimia, no sanan solo con protocolos médicos. Requieren presencia, escucha, empatía y compromiso.