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Decálogo de estrategias de afrontamiento

Acompañar a un ser querido en el proceso de recuperación de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) es un reto complejo.

No existen fórmulas mágicas, pero sí hay actitudes y estrategias que pueden ayudaros a afrontarlo mejor. Este decálogo está pensado para ofrecer una guía práctica a familias que buscan acompañar desde un lugar de apoyo y contención.

1.Serenidad

El proceso de recuperación es largo, difícil y a menudo, resulta desgastante. Por eso, mantener un clima sereno beneficia no solo a la persona que atraviesa la enfermedad, sino también a todo su entorno. La serenidad no implica indiferencia, tampoco una falta de límites o de sufrimiento sino una actitud calmada que favorezca la toma de decisiones reflexivas, incluso en momentos de crisis. Mantenerse sereno también permite que se establezca una mejor comunicación y transmite mucha seguridad. Es importante recordar que la recuperación es un proceso inestable, con altos y bajos, por lo que mantenernos serenos será clave para sostenernos mutuamente.

Práctica: ¿Suelo tener una actitud serena? ¿Y en los momentos de crisis? Es normal que haya momentos en los que resulte difícil mantenerse serenos. Sin embargo, os animamos a que, cuando esto resulte difícil, reflexionéis juntos sobre las posibles formas en las que se podría haber gestionado mejor esa situación y de qué manera hacerlo la próxima vez.

2.Firmeza en las decisiones

El tratamiento del TCA requiere un seguimiento, apoyo y contención por parte de las personas que rodean a quien se está en proceso de recuperación. Gran parte de este proceso ocurre en el día a día, en los espacios compartidos con la familia o amigos. Por eso, el acompañamiento cercano, coherente y afectivo por parte del entorno es un pilar clave. Acompañar a alguien en este proceso requiere compromiso con el tratamiento, lo que muchas veces supone apoyar y hacer un seguimiento de la implementación de pautas e indicaciones que se han trabajado con el equipo terapéutico. En este sentido, la consistencia es fundamental. Establecer límites claros y mantener las pautas acordadas en el tiempo proporcionará mucha seguridad. Cuando lo que está permitido o no permitido cambia constantemente, se genera confusión, inseguridad y, en muchos casos, debilita el trabajo terapéutico. Ahora bien, sostener esos límites requiere no solo firmeza, sino también paciencia. Ya que recuperarse de un TCA no es un proceso lineal ni rápido. Al mismo tiempo, es importante no confundir la firmeza con la rigidez: a veces será necesario ajustar decisiones, pero siempre desde un lugar consciente y coordinado, no desde la impulsividad o el miedo. La clave está en tomar decisiones comprendiendo y siendo coherentes con los objetivos del tratamiento. Práctica: ¿Te resulta difícil sostener y hacer un seguimiento de las pautas? ¿A la hora de poner límites, cuáles son tus estrategias de afrontamiento?

Práctica: ¿Te resulta difícil sostener y hacer un seguimiento de las pautas? ¿A la hora de poner límites, cuáles son tus estrategias de afrontamiento?

3.Constancia

Uno de los aspectos más desafiantes del tratamiento es que la recuperación no ofrece resultados inmediatos. Las pautas y el trabajo debe sostenerse en el tiempo para generar cambios reales y duraderos. Sin embargo, en el camino pueden aparecer momentos de duda, frustración o incluso desesperanza, tanto en la persona en tratamiento como en quienes la acompañan. La tentación de abandonar una pauta, modificar el tratamiento o buscar una vía más rápida puede ser muy fuerte, especialmente cuando parece que nada mejora o incluso cuando parece que hay retrocesos. Pero esos momentos de crisis forman parte del proceso, y es precisamente ahí donde más necesario se vuelve persistir. Si en respuesta al malestar cedemos a su desesperanza y permitimos cambios continuos, corremos el riesgo de reforzar la desesperanza de la persona y debilitar su motivación. Sin quererlo, podemos contribuir a la idea de que el tratamiento no tiene sentido, o de que no es posible salir de ahí.

Práctica: Aunque a veces parezca que no los hay, es importante recordar los avances. Puedes hacer una lista conjunta e irla revisando de vez en cuando.

4.Paciencia

Aceptar que la recuperación es un proceso lento y que hay que respetar los tiempos de la persona que padece TCA es uno de los aprendizajes más difíciles. Las personas no evolucionan al ritmo que nos gustaría, sino al ritmo que pueden. A menudo, los avances serán irregulares, como una gráfica en forma de dientes de sierra, con momentos buenos y momentos malos. Normalizar estos altibajos y mantener la paciencia será vital para no perder la esperanza ni sobrecargar emocionalmente a la persona en tratamiento. Conocer otros testimonios de personas que han pasado por el mismo proceso, será de gran ayuda para entenderlo y anticiparse a posibles fases del tratamiento y la enfermedad.

Práctica: Cuida también de ti, es necesario. Acompañar es difícil y no estás obligado a poder con todo (aunque a veces creas que sí).

5. Coordinación entre toda la familia

Dicen que “La unión hace la fuerza”. Durante el proceso de recuperación es normal que surjan momentos de tensión, duda o desacuerdo entre los distintos miembros de la familia. Cada persona puede tener una manera distinta de interpretar lo que ocurre, distintos niveles de implicación emocional o incluso visiones diferentes sobre lo que “debe hacerse”. Sin embargo, estas diferencias pueden generar confusión e inseguridad a quien está en tratamiento y puede incluso aprovechar esas grietas para evitar ciertos cambios. Por eso, es fundamental coordinarse y establecer, entre los miembros cercanos, acuerdos sostenibles. La unión, la comunicación clara y el trabajo en equipo son claves para sostener el proceso

Práctica: Ante una duda o diferencia, hablad entre vosotros primero, resolved las diferencias en privado y trasladad después a la persona que està en tratamiento, un mensaje consistente y compartido.

6.Coordinación entre el equipo clínico y la familia

La relación entre la familia y los profesionales debe estar basada en la confianza mutua y la colaboración. Este vínculo no es solo un apoyo para el tratamiento, sino una parte fundamental de su éxito. Es habitual que la propia dinámica del TCA intente generar división enfrentando a familiares entre sí, o generando desconfianza entre el entorno y el equipo terapéutico: El paciente expresa malestar por ciertas normas, límites o decisiones del tratamiento, busca apoyos alternativos, etc. Puede no ser una estrategia consciente ni malintencionada, sino una forma de evitar el cambio y protegerse frente a lo que percibe como amenaza.
Por tanto, trabajar unidos, con un mismo objetivo, ayudará a evitar contradicciones y mostrar que hay un frente común comprometido con el bienestar de la persona en tratamiento.

Práctica: ¿Has experimentado la sensación de división o enfrentamiento? ¿Identificas si se debió a las estrategias del TCA para evitar el cambio? Para evitar esto, desde eātica recomendamos siempre consultar con el equipo cualquier duda que tengamos.

7. Valorar las conductas positivas y poner menos atención en las negativas

Cuando se acompaña a alguien en la recuperación de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) es fácil caer en una dinámica centrada en los síntomas y en todo aquello que no va bien en el proceso, lo que genera resistencia al cambio y aumenta la sensación de fracaso. Por el contrario, hablar del cambio facilita el cambio. Por eso, es importante dar espacio a los pequeños logros, a los esfuerzos realizados, a los avances por mínimos que parezcan. Esto no significa ignorar las conductas problemáticas o negar lo que no funciona, sino evitar que el TCA se convierta en el eje de todo el proceso, invisibilizando los cambios e incluso otras áreas valiosas de la persona y del vínculo que tenemos con ella.

Práctica: Cada día, por ejemplo antes de dormir, escribe al menos una conducta, gesto o actitud positiva que observaste durante el día en la perso

8. Dar la justa importancia a los problemas

En el proceso de recuperación, no todos los síntomas o conductas tienen el mismo peso en todo momento y es necesario ir ajustando objetivos a los diferentes momentos del proceso terapéutico para centrarse en lo realmente urgente. Aprender a distinguir aquello que es prioritario permite avanzar con mayor claridad y evitar la sensación de que “todo está mal”. Al mismo tiempo, tampoco debemos minimizar comportamientos de riesgo o síntomas preocupantes. Se trata de encontrar el equilibrio entre no dramatizar pero tampoco banalizar.

Práctica: ¿Estoy dando a cada problema el peso que realmente tiene, o a veces me pierdo en el “todo está mal”?

9. Aceptar la enfermedad

Aceptar que alguien cercano tiene un TCA es un proceso que suele ser incómodo, doloroso y confuso. Aparecen preguntas para las que muchas veces no hay respuesta: ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Qué hubiera pasado si…? Es natural que surjan todas estas preguntas pero es importante centrarnos en que la aceptación tiene que ver con el PRESENTE y con asumir la realidad que no podemos controlar, no con el pasado. Aceptar la enfermedad no significa resignarse, ni dejar de actuar. Significa reconocer lo que está ocurriendo, sin suavizarlo ni negarlo, sin luchar contra la realidad como si no debería ser así. En ocasiones, es la familia quien debe aceptar la realidad del diagnóstico primero, para poder acompañar desde un lugar más comprensivo y menos reactivo a quien la padece. Aceptar implica también abandonar ideas idealizadas de cómo deberían ser las cosas, y empezar a trabajar con lo que realmente está sucediendo. De hecho, algo que nos va a permitir la aceptación es precisamente, actuar de forma más eficaz y disminuir la frustración.

Práctica: ¿Qué te resulta difícil de aceptar del hecho de que tu familiar/amigo esté enfermo?

10. Amor y aceptación incondicional

Una de las necesidades más profundas de quien atraviesa un trastorno alimentario es sentirse querido y aceptado, incluso en sus momentos más difíciles. Es fácil caer en una relación centrada en los síntomas, en la preocupación constante, en la corrección de conductas… Por eso es importante mirar a la persona que hay detrás de todas esas dificultades. El amor incondicional no significa aprobar o tolerar cualquier conducta. Podemos poner límites claros, expresar preocupación o marcar lo que no es aceptable. Esta distinción entre rechazar un comportamiento y rechazar a la persona es fundamental. La recuperación se vuelve posible cuando la persona no se siente definida por su trastorno, cuando sabe que sigue siendo valioso, digno de amor y acompañado, aun en medio de la dificultad.

Práctica: ¿Crees que la persona a la que acompañas en este proceso se siente querida y aceptada por ti, más allá de la enfermedad?